(Versión de un cuento oriental, adaptado para el juego de rol Alcázar)
Estaba Spectrum sentado, esperando que los demás sobrevivientes llegasen. Apenas había sobrevivido su familia y él había sufrido físicamente más que cualquier otro las primaras semanas de la noche.
Lo único que le quedaba era el vivo recuerdo de Alcázar, y algo en su mente podrida le exigía volver a encontrar a sus viejos compañeros. Las cartas comenzaron a valer tanto como su vida, creo una civilización a base de ese viejo juego, buscando encontrar a quien darle la multicolor dorada. Por mientras el seria una negra suicida.
Entonces comenzaron a llegar caníbales, espectro, bebedores de sangre, vividores de locura, y gente que solo deseaba mantenerse convida.
Así comenzó a meditar hasta saber que era lo correcto.
Pero nada era paz en su mente, hasta que él llego.
Nunca pensó que su deseo inconsciente seria volver a jugar una partida extended.
Otro llego con él, un ser que comenzó a interrumpir su meditación y que sirvió para abrirle los ojos del alma.
El nuevo y desconocido comenzó a escupirle, a ofenderlo, a humillarlo delante de quienes dejaban sus vidas en sus manos manchadas de sangre. El extraño intentaba golpearlo, le gritaba sin que Spectrum lo tomara en cuenta, simplemente seguía sentado junto al fuego meditando como esos maestros Zen de las películas.
Entonces otro vino y silencio al extraño.
Entonces Spectrum silencio al otro.
En ese momento un espíritu se acerco a él y pregunto:
¿Porque no has respondido a sus agresiones?
Spectrum lo miro y sacándose su rostro para que todos vieran la desgracia de dejarse llevar por las emociones le contesto:
Porque las cosas buenas y malas son regalos que se aceptan o se rechazan, y quien ofrece algo bueno y se queda con este hace que su alma mejore. Pero quien ofrece maldad y nadie se la recibe, ese mismo regalo hace que se pudra su alma. Por eso no acepte el regalo, ni dejare vivo a quien los acepte.
Luego volvió a meditar, pronto llegarían quienes serian parte de su escuadrón suicida.
