Para paralizar mi pensamiento, para olvidar todo el arte filantrópico que aprendí en el camino, escribo esto, porque solo así podré ensañarme en plenitud con el mundo, contigo, con nosotros.
Admito ser de esos seres esporádicos, que cuando aparecen causan revolución y destrucción, admito ser estricto en cuanto a mi doctrina, pero no pienso dejar que mi nombre expire en el tiempo sin que quede de el recuerdo alguno, al contrario, mostrare que de todos los hombres yo soy el menos escaso en cuanto a mis pensamientos y que realmente existo dentro de ti y muchos como tu.
Se que soy impulsivo, explosivo y poco calmado en mis actos, y que he tenido que tragarme los castigos por mis delitos una y otra vez, pero no por eso dejare de ser el ser foráneo que atormenta tu cabeza, tu alma y todo tu ser, porque el cruento dolor sigue en mi pecho, porque aun recuerdo la herida que me causaste, porque no te he perdonado aun.
Olvida que me conoces, porque no sabes quien realmente soy, sabes que somos uno, pero ¿quien es el intruso en este juego? Sabes que a diferencia de ti yo me presento escueto ante mis enemigos, ante mis amigos, ante todo otro ser distinto a mi; aun así me temes, sabes que he colocado en equidad nuestra situación, que las ventajas ya no existen para ti, que ambos somos una simple facción de alguien que ya no existe, admito ser ese que tu no eres y que eres ese que no soy, pero también existo.
Como olvidar tu exultación cuando pensaste que había desaparecido para siempre, como olvidar aquel placer banal que corrió por nuestras venas. Recuerdo mis sentimientos en aquel momento, recuerdo mi fruición sin procedentes, recuerdo todo nuestro placer de igual fuerza pero de distinto origen, aun así, solo recuerdo.
Acuérdate que azotare cada día tu espalda, que seré ruidoso cuando sepa tus secretos, que te atormentare hasta paralizar tu cuerpo por completo y que lo conquistare para hacerlo mío como antes, no dejare rastro de ti en este mundo.
Disfrutare de tu escasa defensa, me jactare de haberte consumido hasta volverte un envase vacío, simple basura, de haber bailado con tu cuerpo casi inexistente.
Pero no te preocupes mi querido otro yo, con estas manos de escritor muerto, manos ásperas y frías, acariciare esas mismas piernas que tú acaricias ahora, y las seduciré hasta llegas más arriba de lo que tu llegaste.